> Los comienzos del uso del cobre en la antigüedad
> ¿Qué son las aleaciones de cobre?
> Brazaletes Manilla
> Un antiguo barco de Uluburun
> El gigante de bronce
> La Cuadriga Triunfal de Lisipo
> Las puertas de bronce de Gniezno
> El cobre en la Iglesia
> Un té con el samovar1
> Campanas y sus fundidores
> Cañones
Los comienzos del uso del cobre en la antigüedad
El cobre fue el primer metal usado por el hombre. Las habilidades y el conocimiento sobre la extracción y la metalurgia del cobre se han desarrollado durante miles de años y la historia de este proceso todavía esconde muchos secretos.
Los depósitos minerales en capas oxidadas – como la malaquita y la azurita –ya se conocían desde el final del Paleolítico. Principalmente se usaban como pigmentos para colorear, mientras que la malaquita verde se empleaba para hacer cuentas y abalorios. Esto se sabe gracias a yacimientos arqueológicos en Israel (Zagros, Shanidar), Irak (Zagros, Shanidar), Irán (Ali Kosh) y muchos lugares en Turquía (Anatolia). Los yacimientos datan del período entre los siglos XI y XIX a.C.
El uso del cobre tiene sus orígenes en Asia Menor, en el área de lo que se conoce como Media Luna Fértil, actualmente comprendida entre los territorios de Turquía, Egipto, Palestina, Irak e Irán. Cambios relacionados con la transición al estilo de vida sedentario, el desarrollo de la economía gracias a la agricultura y ganadería (aprovechando a los animales para el transporte y para labrar la tierra), la domesticación del caballo y la especialización de la artesanía, llevaron a la formación de centros políticos y sociales regidos por la élite local.
Debido a los cambios en la estructura social, existió una fuerte demanda de bienes de lujo en los que se encajan, sin duda, productos hechos con cobre. Se han encontrado cuentas, agujas y otros objetos más pequeños hechos de cobre puro. Estos objetos vienen principalmente de la zona central y este de Anatolia (Cayönü Tepe) y del norte de Irak (la región de Zawi Chemi). Se conocen monumentos de cobre que datan alrededor del año 6000 a.C. en Persia, Mesopotamia y Europa.
El metal, que era mayoritariamente obtenido a partir de cobre local o cobre carbonato rico en metales (malaquita y azurita) se trabajaba individualmente con piedras y martillos de madera, principalmente para obtener láminas de cobre que podían ser calentadas y luego forjadas
La primera evidencia de la metalurgia del cobre (una escoria) se conoce gracias al asentamiento Catal Hüyük, 6500 a.C. En el mismo lugar se han encontrado sepulturas con objetos de cobre; los esqueletos se cubrían con pigmentos obtenidos de malaquita y azurita, y las prendas textiles de las sepulturas se ornamentaban con hilo fino de cobre.
Con la llegada de los siglos V y IV a.C. aparecen los primeros objetos que pueden definirse de bronce (aleación de cobre con arsénico y zinc). El bronce-arsénico es plateado, al contrario que el color rojizo del cobre y el dorado/marrón del bronce-zinc. Esta última aleación ganó popularidad mucho más tarde, en torno al 3500-3200 a.C. (hallazgos en Ur, Irak). La mejora en el proceso de metalurgia y la mayor experiencia adquirida en esa época llevó a realizar experimentos procesando minerales con contenido de sulfitos y empezaron también los experimentos con latón (alto contenido en zinc). Los especialistas de la época mantenían amplias redes de contactos para conseguir los materiales. Los minerales de cobre se importaban de minas localizadas a cientos de kilómetros. Con esto, en el área del asentamiento de Nosuntepe, los minerales que se procesaban procedían tanto de depósitos cercanos como de otros ubicados a 200 km del lugar (farallón de Pontic y mina de Ergani Maden).
Conocimiento de la minería y metalurgia del cobre entre los años 10,000 y 5,000 a.C, (fuente: Roberts, Thornton y Pigott)
Conocimiento de la minería y metalurgia del cobre entre los años 5.000 y 1.000 a.C, (fuente: Roberts, Thornton y Pigott)
¿Qué son las aleaciones de cobre?
Son aleaciones en las que el cobre es el metal base (excepto en las que contienen plata y oro, que se consideran aleaciones de plata y oro si el contenido de estos dos metales es al menos del 10 %).
Bronce: aleación de cobre y estaño (Sn 6-22 %) Latón: aleación de cobre y zinc (Zn 20-50 %) Tombac: aleación de cobre y zinc (Zn 5-20%) Latón rojo: aleación de cobre y estaño (Sn 4-11 %), zinc (Zn 2-7 %) y plomo (Pb 2-6 %) Alpaca (plata nueva): aleación de cobre con zinc, níquel y manganeso Cuproníquel: aleación de cobre con níquel (Ni hasta 10 %)
Árbol de las aleaciones del cobre (fuente: ECI)
Ejemplos de objetos en bronce fundidos en la Edad del Bronce y primera parte de la Edad del Hierro. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Ejemplos de objetos en bronce fundidos en la Edad del Bronce y primera parte de la Edad del Hierro. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Ejemplos de objetos en bronce fundidos en la Edad del Bronce y primera parte de la Edad del Hierro. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Brazaletes Manilla
Los brazaletes Manilla usados principalmente para pagar por una esposa y que eran objetos de su propiedad, se llevaban puestas en las muñecas, cuello y, a veces, tobillos. Representaban la capacidad económica del marido ante la comunidad. En caso de divorcio, eran el amparo (económico) de la esposa y de sus hijos. Se usaron en África desde el siglo XV en las colonias francesas, británicas y portuguesas. Los brazaletes eran de distintos tamaños y formas, también sirviendo para el comercio de esclavos. En Nigeria, la Manilla se retiró oficialmente en 1902, pero su dibujo sigue apareciendo en los billetes. En el Lejano Oriente, esta forma especial de dinero/mercancía tomó la forma de barras, cuchillos, azadas o campanas.
Brazaletes Manilla, siglo XVIII-XIX. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Brazaletes Manilla, siglo XVIII-XIX. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Brazaletes Manilla, siglo XVIII-XIX. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Un antiguo barco de Uluburun
¿De dónde procedía el cobre usado durante la Guerra de Troya? En la antigüedad, la principal fuente de este metal era Chipre. Esta materia prima era objeto de comercio por todo el Mediterráneo y se enviaba a los centros de las civilizaciones de aquella época: Egipto, Grecia y Roma. Los descubrimientos arqueológicos realizados 1982 en Uluburun, cerca de la isla turca de Cos, pueden demostrar la importancia del comercio del cobre desde Chipre en la Edad de Bronce tardía. Allí se descubrieron restos que resultaron ser los de un naufragio de un barco del siglo XIV a.C. que supuestamente iba a navegar desde Chipre (o la parte este del Mediterráneo) hasta Egea (hoy en territorio griego). La mayor parte de la carga del barco eran 354 lingotes rectangulares (lingotes fundidos) de cobre procedente de Chipre (unas 10 toneladas en total), más 1 tonelada de estaño. Es muy probable que el estaño proviniese de regiones occidentales de Mesopotamia o Asia Central. Aparte de esto, en el barco también se encontraron numerosos objetos de valor procedentes de diferentes civilizaciones del Mediterráneo, incluyendo vidrio, vajilla de cerámica, joyería egipcia y ámbar.
Reconstrucción del barco de Uluburun (fuente: C. Pulak)
Posible ruta del barco de Uluburun (fuente: C. Pulak)
Barras de cobre extraídas de la cubierta del barco de Ulunburun, siglo XIV a.C. (fuente: C. Pulak)
El gigante de bronce
La estatua de Helios es la mayor de las esculturas helenísticas modeladas en bronce y se encontraba en la isla de Rodas. Estaba incluida en la lista de las construcciones extraordinarias del mundo antiguo, redactada en el siglo II a.C. por Antípatro de Sidón, y conocida como las Siete Maravillas del Mundo. De acuerdo a varias estimaciones, el gigante pesaba entre 30 y 70 toneladas. Fue construido por Cares de Lindos, un estudiante de Lisipos, en los años 292-280 a.C. La estatua fue erigida con el fin de conmemorar la derrota de Demetrio Poliorcetes, quien abandonó el asedio a la ciudad en el 305 a.C. El interior del coloso estaba formado por un armazón compuesto por barras y varillas de hierro. Las distintas partes moldeadas se adjuntaban individualmente a éstas. El interior vacío de la estatua estaba relleno con bloques de piedra. La escultura tenía unos 30 metros de alto y se levantaba sobre un pedestal de 10 metros. El gigante de bronce fue destruido en 225/224 a.C. a consecuencia de un terremoto: sin embargo, sus fragmentos continuaron en Rodas durante casi 1000 años. No fue hasta el año 653, que los árabes se apoderaron de los restos del coloso y estos fueron vendidos en Palestina. La caravana que transportó el trabajo de Cares contaba con 390 camellos.
Coloso de Rodas según una de las numerosas reconstrucciones,
Una de las formas posibles de construir la estatua del Coloso de Rodas (fuente: A. Gabriel)
La Cuadriga Triunfal de Lisipo
Plinio el Viejo menciona en su Historia Natural (XXXIV, 63), en la descripción de los trabajos del famoso escultor Lisipo (siglo IV a.C.), la estatua de Helios en una cuadriga, encargada por los rodios. Por desgracia, el dios del sol no ha sobrevivido, conociéndole únicamente a partir de otras representaciones.
Se puede asumir que el artista le dio una apariencia similar a la de Alejandro Magno. Los corceles que se conservan a día de hoy aún despiertan admiración, además de tratarse del único monumento de este tipo de la edad antigua. No solo las proporciones del monumento están magistralmente conseguidas – lo cual era una característica elemental del arte clásico griego, sino sobre todo el movimiento y la naturaleza de los animales.
La historia de la cuadriga es complicada y su destino fue enrevesado. Durante el reinado del emperador Teodosio (408-450 d.C.), la cuadriga fue llevada desde el pequeño puerto de Chios, en el mar Egeo, a la capital del imperio bizantino. Los caballos de guerra que decoraban el palco imperial en el hipódromo de Constantinopla cayeron en manos de los venecianos durante la cuarta cruzada (1204). Desde ese momento, –a excepción del corto periodo en el que la cuadriga fue transportada a París por orden de Napoleón y situada en el Arco de Triunfo de la plaza Carrousel – se convirtió en un elemento decorativo de la basílica de San Marcos. Ahora se pueden ver copias de los mismos.
Representación de la cuadriga de Helios del templo de Atenea en Ilion (Troya).
Detalle de la cuadriga en el pórtico de la basílica de San Marcos en Venecia
Las puertas de bronce de Gniezno
Las puertas fueron probablemente construidas alrededor del año 1175, durante el reinado de Miecislao III el Viejo. Están formadas por dieciocho piezas rectangulares decoradas con relieves multi-figura que ilustran la historia del mártir San Adalberto de Praga (en polaco: San Wojciech), patrón de la catedral de Gniezno y primer santo polaco.
La historia de la vida del que posteriormente sería Obispo de Praga y mártir, comienza con la escena de su nacimiento, localizado en la parte inferior del ala izquierda, y termina con el relieve de la solemne sepultura de su cuerpo en la tumba de la catedral de Gniezno. Las piezas individuales están rodeadas por un relieve con motivos de plantas, complementando la escena que se encuentra en la parte principal. Se acompaña de motivos con significado simbólico tomado de la flora y fauna del mundo de los cuentos.
La compra del cuerpo de San Adalberto de Praga por Boleslao I el Valiente (en polaco: Chrobry), uno de los cuartos de las puertas de Gniezno.
El cobre en la Iglesia
La Iglesia siempre utilizó muchísimo el cobre. Este elemento y sus aleaciones se utilizaron para producir utensilios (cálices, recipientes, contenedores para aceites sagrados), herramientas para las abluciones (para lavarse las manos antes y durante la liturgia) y objetos litúrgicos (cruces, custodias, relicarios). Los productos de los artesanos se chapaban en oro y plata para aumentar sus cualidades estéticas. De esta manera, la capa subyacente del material quedaba oculta y se quedaba protegida de la oxidación. El chapado en oro del interior de los cálices es uno de los requisitos litúrgicos y hoy en día se sigue utilizando. El cobre y sus aleaciones se utilizaban también para producir las denominadas luces eternas (lámparas o antorchas cuya llama no se apaga nunca), los recipientes de incienso, las pilas bautismales, los candelabros and las cajas para guardar el dinero (de las limosnas), campanas y campanillas.
Cáliz de misa, siglo XVII / XVIII. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Candelero, años 1730. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Detalle de un lavatorio y su vasija, siglo XVII, colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Pila de agua bendita, siglo XVIII. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Un té con el samovar1
La patria del samovar es Rusia, aunque los ingleses, los escandinavos y los habitantes del Oriente Medio, en particular los de Persia (moderno Irán) también son usuarios muy asiduos. El té se importó a Rusia desde Asia en el siglo XVII y al principio se empleó como medicamento entre los nobles.
El antecesor del samovar era un recipiente de cobre parecido a una tetera con un caño grande y curvado y un recipiente para las brasas con agujeros en el fondo. La difusión de los samovares se relacionaría con el aumento de la disponibilidad del cobre, extraído a gran escala de los Montes Urales al principio del siglo XVIII. A menudo a los mineros se les pagaba con cobre puro. Eran las llamadas “plate coin”, es decir barras llanas de cobre de un peso específico y fijo. De estas monedas, se podían hacer diferentes vajillas, forjadas en bandejas de horno, que se vendían en las ferias. Según las fuentes, el primer “verdadero” samovar fue producido por los hermanos Ivan y Nazar Lisitsyn en 1778, en una pequeña fábrica de herramientas en cobre, fundada por su padre, el armero Fiodor Lisitsyn, y ubicada en Calle Sztykowa en Tula (Rusia).
Samovar cilíndrico, posterior a 1865. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Samovar acampanado de finales del siglo XIX. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Recipiente de samovar, 1860-1896. Colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Campanas y sus fundidores
El campanero era quien se encargaba de fundir las piezas de las campanas, de los cañones, de las estatuas y esculturas, así como de objetos de bronce y/o de latón más pequeños (morteros, candeleros, cadenas). El metal utilizado para la producción de las campanas es una aleación con propiedades y composición bien determinadas. Se estima que esta composición fue desarrollada en el Lejano Oriente. Ya durante la dinastía Zhou (1100-221 a.C.), se producían campanas de estaño (en una proporción de aproximadamente 15-20%) y bronce. Otras campanas más pequeñas se producían también en bronce, pero con un porcentaje más alto de estaño, de hasta un 33%. Éste era un bronce más sólido, pero a la vez más frágil también. La proporción entre los metales que componen dichas aleaciones determina las propias propiedades acústicas de las campanas.
Taller de un fundidor de campanas en una ilustración del Códice Behem de principios del siglo XV
Campana forjada en 1718 por Christian Demminger de Legnica, colección del Museo del Cobre de Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Campanas del campanario de la iglesia de los Santos Pedro y Pablo en Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Campana del campanario de la iglesia de los Santos Pedro y Pablo en Legnica – Polonia (foto de D. Berdys)
Cañones
Los fundidores de campanas fraguaban cañones y otras armas también. El primer uso de un arma de este tipo se registra en el siglo XIV, según fuentes precedentes de Silesia1. La composición del bronce de cañón era distinta a la que se solía usar para las campanas y otros productos. De hecho, el bronce debía de contener entre un 8 y un 15% de estaño, ya que un porcentaje más alto de este metal lo hace demasiado frágil. A finales del siglo XVI, el bronce de cañón se usaba también en la fabricación de barriles
Los cañones y los morteros forjados en las fundiciones eran a menudo auténticas obras de arte. Los detalles de adorno de las piezas fundidas aún son impresionantes. Es de destacar por su tamaño el cañón Tsar Pushka, puesto en servicio en 1586 y que pesa 40 toneladas. El peso de cada uno de los proyectiles era de 1 tonelada y no se sabe si se llegó nunca a disparar uno de éstos.
Cañón Tsar Pushka en Moscú (Rusia), 1586.